LOCALIZACIÓN: Zona de exclusión. Ucrania.

TOUR A CHERNOBYL: PARTE III.

Si creéis que después de ver los edificios más icónicos de Prípiat ya no queda mucho más por ver, estáis tan equivocados como lo estábamos nosotros.

Si bien es cierto que cohabitan algunos elementos de menor interés como son los restos del estadio ‘Avantgard’ del que apenas se pueden apreciar detalles, también es cierto que nuestro Tour aún nos deparaba muchas sorpresas por descubrir.

 

 

El reloj marca las dos del mediodía mientras nos sentamos en el comedor del modesto hotel del que temíamos ser huéspedes. El distinguido menú consta de una ensalada de arroz tibia, una cazuelita con algo que podría asemejarse a lo que nosotros conocemos por un cocido madrileño y, por tercera vez consecutiva, obviamos la dichosa creppe aún sin identificar… Contra todo pronostico, resulta que somos de los primeros en algo; en terminar de comer!! Así que gozamos de un ‘ratito libre’ mientras los demás terminan de comer y realizan todo el ritual entorno al café.

 

 

Salgo apresurada por la puerta hacia la furgoneta donde guardamos nuestras pertenencias… Cámara al cuello, trípode en mano e intentando enmascarar mi entusiasmo tras una leve sonrisa traviesa, me dispongo a aprovechar el instante perfecto para acampar ‘libremente’ por las inmediaciones del hotel!

 


¡Todos listos! Subimos de nuevo a los respectivos vehículos, esta vez empezando ya a notar los estragos del cansancio, cuando una advertencia de Serhii nos devuelve la curiosidad:  <Tenéis un minuto exacto para ver y fotografiar nuestra siguiente parada>, nos aconseja.

Arrastramos nuevamente nuestros cuerpos por el agreste bosque intentando seguir el ritmo de la marcha… Y llega el subidón de adrenalina…

Irradiante ante nuestros mismísimos ojos encontramos inmóvil un gancho de grandes dimensiones!. Estamos delante del gancho de la grúa que recogió las runas del tejado del reactor número 4 después de la famosa explosión… El único método efectivo aplicado tras la sorprendente avería de las máquinas a control remoto …  <Tenemos el tiempo justo de ver, fotografiar, acercar como turistas entusiasmados el contador Gueiguer en el interior de las púas del gancho, abrir los ojos como platos y salir pitando de allí…>… ¡El mismísimo gancho roza los espeluznantes 131 microsieverts/hora!. (Más de 100 msv/h suponen un elevado nivel de radiación y, consigo, un considerable aumento de probabilidades de padecer alguna enfermedad relacionada a tal exposición).

 

 

Huimos literalmente de la zona aunque no por ello estamos a salvo… Con la furgoneta en marcha, pasamos aceleradamente por el que tenia por pseudónimo el ‘Bosque rojo’. Un bosque de altos pinos que adquirió un característico color rojizo a causa de la radiación… El remedio a tal enigmático acontecimiento se catapultó bajo tierra siguiendo las líneas estratégicas de consolidadas bases científicas de los expertos de la época.

A pesar de las medidas tomadas, nuestro contador emite un endiablado pitido y marca 8 microsieverts/ hora. (Niveles peligrosos de radiación).

Interrumpimos una vez más el trayecto en furgoneta para presentarnos ante un taller mecánico cuyos alrededores esconden varios tipos de automóviles que parecen enredarse en la naturaleza. Hay camiones, camionetas, coches y hasta un autobús escolar. A pocos metros una piscifactoría aguarda a ser inspeccionada. Dentro se aposentan largas columnas de singulares depósitos llenos de polvo y, por los recovecos de las oficinas, topamos con inverosímiles libros de animales y varias mascaras de gas cuidadosamente colocadas.

 

 

A la salida encontramos otro monumento comunista y a sus pies algunas lapidas de reluciente plateado con decenas de nombres y apellidos que, después de ver repetidamente, ya observo con cierta indiferencia.

 

 

Volvemos al vehículo y nos dirigimos hacía una última atracción pensada para los turistas. En esta nos permiten entrar y fotografiarnos con algunos vehículos de la época previamente descontaminados; varios camiones de bomberos, un tanque y un camión militar -que es la comidilla de todos-.

 

 

Después de juguetear como niños, Serhii nos reúne para darnos un obsequio.  Contentos recibimos una camiseta roja con un gracioso e irónico eslogan que nos recordará que, al menos una vez en nuestras vidas, realizamos una «dieta radioactiva».

Antes de terminar nuestro tour y regresar a Kíev, falta aún una última visita… Desconozco que pensamientos corren por las mentes de mis compañeros pero yo espero el momento con enorme júbilo.

En la entrada, es el propio Serhii quien tiene que bajar a levantar la barrera de hierro que los «encierra y los protege»… El desgastado asfalto desaparece y se abre un camino de tierra con enormes agujeros… ¡Llegamos!.

Permanecemos en el vehículo mientras el guía entra en una descuidada casita para avisar de nuestra llegada… Nos permiten el acceso e irrumpimos en lo que se supone que es el patio/huerto/gallinero/trastero…

…Sale por la puerta y lo reconozco enseguida… Mucho más bajito y envejecido… ¡es Iván!

 

 

Iván parece amable y simpático e incluso nos muestra toda una reliquia de la época, su antiguo coche al que sacamos divertidos varias fotografías.

Estamos un ratito en su desaliñado jardín mientras nos narran la vida de Iván, cómo y porqué volvió a vivir en la Zona de exclusión, etc. El tiempo pasa rápido y llega la hora de despedirnos. Algunos nos hacemos unas fotografías de recuerdo con Iván… (Cabe decir que Iván aprovecha con vehemencia la oportunidad de rodear con su brazo las avispadas cinturas de las chicas del grupo).

Y volvemos a subir por última vez a la furgoneta…

Emprendemos el camino de vuelta y aunque satisfecha no puedo evitar sentir una enorme tristeza mientas miro por la ventana como nos alejamos de la casa de Iván, de Prípyat, de la central nuclear, de Chernobyl…

¡Volveremos!

AGRADECIMIENTOS:

 

  • Gracias de nuevo a mis dos acompañantes: el Boletaire de Underave y a B. Solà.
  • ¡¡Y mil gracias a Serhii Uzlov por descubrirnos algunos de los deleites de Chernobyl!!. 

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3 comentarios

  1. Desde cerradoporabandono, excelente narración y fotos, dan ganas de ir allí a pesar de mis temores.
    Un abrazo.

    1. Author

      Muchas gracias Miguel!!!

      Llevo años siguiendo a cerrado por abandono, así que para mi es algo especial que te haya gustado el articulo y las fotos!

      Un beso

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